La mayoría de los incendios suelen producirse por la noche, con lo que es fácil intoxicarse por humo en los primeros minutos y no darse cuenta del incendio hasta que ya es demasiado tarde. El único remedio para que esto no ocurra tiene un nombre, se llama detector de humo.
Son aparatos que se instalan en el techo, porque el humo siempre tiende a subir. Al detectar humo emiten una señal acústica que alarma de la presencia de humo.
Este tipo de detectores pueden funcionar con pilas, conectados al sistema eléctrico e incluso se conectan al sistema inteligente del hogar conectado.
Los detectores deben limpiarse de forma periódica, ya que pueden acumular polvo, residuos en su cámara y provocar que salte la señal acústica sin motivo.
Es recomendable colocar el detector de humo en la sala de estar o comedor, cerca de la cocina y en pasillos y rellanos. Asimismo, si los instalas en las vías de salida de la casa o el comercio puede serte muy útil en caso de incendio, ya que te ayudarán a orientarte sobre la ruta despejada para salir.
Para evitar que la alarma se dispare sin motivo, procura evitar la instalación de estos aparatos en zonas en las que se genera vapor, como baños o cocinas
Si salta la alarma del detector de humo, llama a los bomberos o al servicio de emergencias. No pongas en riesgo tu seguridad, empapa con agua un paño o toalla y cúbrete la nariz y boca. Agáchate e intenta salir del lugar.